La historia de este tipo de cubiertas nos remonta a los comienzos de la construcción de edificaciones, geográficamente ubicados en sitios áridos, en donde las precipitaciones eran escasas, y era poco probable que se produjeran temperaturas de congelación. Este componente estructural, generalmente estaba hecho de paja, hojas o ramas prensadas con arcilla para unirlos y crear una barrera artificial. Esta estructura tuvo muchos inconvenientes gracias a su imposibilidad de canalizar el agua, y no fue hasta que los materiales y la tecnología evolucionaron, para permitir ser construidas de manera efectiva cerca del siglo XIX. La aparición de materiales impermeables como el TPO, PVC y el EPDM, además del acero estructural de altas prestaciones, lograron dar un equilibrio entre economía y versatilidad, por el cual es el sistema de cubiertas más utilizado en Estados Unidos y países de la Unión Europea.

Hoy en día las cubiertas planas son muy utilizadas en edificaciones, estadios, centros comerciales entre otros, pero en donde se pueden aprovechar todos sus beneficios es en locaciones industriales, ya que gracias a su morfología con una pendiente no mayor al 5%, permiten ahorros estructurales y un aumento en la capacidad del almacenamiento, haciendo que estas estructuras sean más eficientes, frente a las tradicionales con pendientes superiores.

Su principal característica la convierte en un ideal para la canalización de aguas lluvia, este beneficio hidráulico se debe a su baja pendiente, ya que, al tener inclinaciones tan bajas, el caudal final que pasa por una misma sección transversal comparado con otra de pendiente superior, puede ser hasta un 50% mas baja que su contraparte, facilitando el direccionamiento y disposición final del líquido.

Esta morfología también es de mucha ayuda en situaciones de granizo, imposibilitando el empozamiento de hielo en las canales, y por consiguiente, evitando la obstrucción del sistema de drenaje como sí ocurre en cubiertas tradicionales.

Un beneficio de alta consideración a la hora de elegir este elemento, son sus ahorros monetarios, ya que requieren menos acero estructural para la concepción del proyecto, permitiendo un distanciamiento entre correas de casi el doble de su contra parte, disminuyendo el peso de las cerchas, aumentando la distancia entre columnas y reduciendo las especificaciones de la cimentación. Esto es traducido en un menor requerimiento de la capacidad portante de la estructura, y por consiguiente, una disminución en el presupuesto de la edificación.

Sus ventajas no son solo estructurales, sino también ambientales; gracias a una superficie con pendiente cerca al cero, encontramos es su interior un menor volumen de aire que tenemos que mover para enfriar o calentar según sea el caso, teniendo una eficiencia notable en naves climatizadas, y por lo tanto, menor consumo energético para adecuar estas estructuras.

La superficie plana de esta cubierta da un valor agregado al proyecto final, ya que permite un tránsito seguro para los trabajadores de mantenimiento y posibilita la construcción de sistemas fotovoltáicos que ayudarían en el ahorro energético de las instalaciones.

Gracias a una encuesta realizada por National Roofing Contractors Association NRCA (Asociación Nacional de Contratistas de Techos) en Estados Unidos, las cubiertas de baja pendiente son la opción #1 de los arquitectos e ingenieros para proyectos de naves industriales y comerciales; esto es debido a su versatilidad, ahorro en temas energéticos como estructurales, y otros apartados que hacen de las cubiertas planas, las mejores en su categoría.